40 años, sin nuestro conductor de autobús

Han transcurrido cuatro largas décadas desde que el orbaiztarra Mikel Zabalza, trabajador del Ayuntamiento de Donostia en la Compañía del Tranvía fuera detenido en su domicilio de Altza y trasladado vivo al cuartel de Intxaurrondo. Junto a él, fueron también detenidos su compañera Idoia Aierbe, su primo Manuel Bizkai Zabalza, el vecino de Errenteria Jon Arretxe. En Nafarroa también fueron detenidos a la misma hora dos hermanos suyos. En aquella época estas redadas amplias eran un método habitual de represion.

Los trajeron aquí, al cuartel de Intxaurrondo, bajo la Ley Antiterrorista, es decir, incomunicación, opacidad, terror y dolor.

Horas después, las personas detenidas comenzaron a recuperar la libertad sin cargos y lo que manifestaron públicamente nos dejó con el corazón helado. Todas refirieron haber sido torturadas. La suya fue una experiencia dura, terrible. Y en este contexto se hizo pública la versión oficial de que la Guardia Civil había llevado a Mikel Zabalza a inspeccionar un posible zulo en Endarlatsa y que, en un momento dado, se había tirado al río Bidasoa y huido de sus vigilantes.

Con esta perversa e increíble versión del Gobierno español arrancó «el caso de Mikel Zabalza». Fue en respuesta a la versión que desde el primer momento dieron los detenidos, radicalmente distinta: en el cuartel oyeron los gritos de Mikel, vieron su cuerpo y escucharon «se nos ha ido».

Por ello, tal mentira no obtuvo credibilidad alguna en la sociedad vasca y de inmediato comenzaron las movilizaciones populares e interpelaciones políticas e institucionales. Entonces vimos por primera vez un autobús de la Compañía del Tranvía, recorriendo Donostia o estacionado frente al Ayuntamiento, con una pancarta. «Aquí falta el conductor, ¿dónde está Mikel?».

Nuestro autobús lleva ya 40 años haciendo camino. Nos da testimonio de un recorrido que aún no ha llegado a su última parada.

La primera parada fue la recuperación del cuerpo de Mikel. Ante la presión ejercida por la familia, la ciudadanía, muchos partidos políticos y multitud de agentes sociales, el Gobierno español cedió e hizo aparecer el cuerpo de Mikel, 20 días después de su detención, en el río Bidasoa. Un logro triste, pero un logro, ya que Mikel estaba condenado a engrosar la lista de desaparecidos, perpetuando esa perversa versión “oficial».

Nuestro autobús ha pasado por más paradas. La de mostrar a las claras cuál ha sido la verdad ha sido una de ellas. Aunque han tenido que pasar décadas, en estos últimos años la verdad «social» se ha convertido en una verdad «institucional». El Gobierno de Navarra, el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de San Sebastián han reconocido a Mikel Zabalza como víctima de la violencia del Estado. También ha habido diversos intentos de buscar justicia, tanto por parte de la familia como por parte del Ayuntamiento, pero en este camino nuestro autobús se ha encontrado con muchas trabas en el camino, tanto la actitud de la Guardia Civil («busquen en objetos perdidos») como el desprecio de todos los Gobiernos de Madrid (premiando a varios torturadores, manteniendo la ley de Secretos oficiales, cerrando las puertas a las vías jurídicas, fomentando la impunidad…).

También ha pasado por la parada de la Memoria y el Reconocimiento, y así lo atestiguan los actos de homenaje y memoria que anualmente tienen lugar tanto en Altza como en Orbaizeta, “Mikelen Txokoa” en Altza como lugar de memoria, la inclusión por parte de las citadas instituciones de Mikel en los listados de víctimas de la violencia del Estado, los actos institucionales de reconocimiento realizadas por el Ayuntamiento de San Sebastián, un sinfín de conferencias, obras teatrales, un documental presentado en el Zinemaldia… y esta misma placa, muestra de ese reconocimiento oficial, y testimonio rotundo.

Ahora tenemos aquí el autobús, 40 años después, para recordar a Mikel Zabalza, a Idoia, a Jon.. y con ellas a todas las personas que han sido torturadas en Euskal Herria, y para poner de manifiesto que, después de recorrer este arduo camino, aún no hemos llegado a la última parada. Al fin y al cabo, el Gobierno español sigue sin responder la pregunta más elemental: «Aquí falta el conductor: ¿Dónde está Mikel?».

Los instrumentos que como la Ley de Secretos Oficiales no sirven sino para proteger y dar cobertura a la práctica de torturas y malos tratos, deben desaparecer; la Guardia Civil y el Gobierno español deben reconocer la VERDAD; es imprescindible para que la JUSTICIA y la REPARACIÓN se abran paso…así como para acabar con la Impunidad.

Mientras esto no suceda, nuestro autobús seguirá haciendo su camino, con buen y mal tiempo, por caminos estrechos y empinadas cuestas, no importa. Lleva consigo la Verdad de lo sucedido y la interpelación permanente, la energía del deseo popular. La mentira hace ya tiempo que no se sostiene. La labor no cesa.

A partir de hoy y durante los próximos días, nuestro autobús realizará un recorrido de la memoria que comenzará en Donostia, y pasará por otras localidades que guardan relación con la memoria de Mikel. El 30 de noviembre estará en el homenaje que se le hará en su pueblo natal, en Orbaizeta, y seguirá su recorrido por Aezkoa Iruñea, Bortziriak, Altza… Hacemos un llamamiento a vecinas y vecinos de estas localidades, y especialmente a la juventud, a acercarse y visitar este autobus, a conocer el testimonio que lleva en su interior.

El recorrido del autobús de la memoria tendrá su colofón el 14 de diciembre en Donostia. La Plantilla de Dbus, como hace ahora 40 años, trasladarán el autobús desde Cocheras hasta el Boulevard, rememorando la movilización de hace 40 años. Por eso queremos hacer un llamamiento especial a la ciudadanía de Euskal Herria para que reciba y participe en este último acto, arropando esta movilización en memoria de Mikel Zabalza.

Esperando vernos a lo largo de estas jornadas, gora Mikel!

¡Nadie, en ningún lugar, nunca, no a la tortura!

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